España es un país que, en bastantes ámbitos, se encuentra a avejentado y con una creciente necesidad de modernización. Lo podemos comprobar, por ejemplo, en la edad que tiene nuestra población, que cada vez es más alta como consecuencia de la imposibilidad que presenta cada vez más gente para tener hijos como consecuencia del trabajo y los demás quehaceres. Pero la edad de la gente no es el único aspecto en el que España parece estar cada vez más anticuada. Esta es solo una pequeña parte del porqué de un país cada vez más antiguo.
Otro de los aspectos que mejor definen lo que acabamos de comentar es sin lugar a dudas la edad y el estado de muchos de los edificios que se levantan no solo en los pueblos más pequeños, que es donde solemos pensar que se encuentra este tipo de edificaciones, sino también en grandes ciudades como lo pueden ser Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza o incluso la misma capital del país, Madrid, que presenta graves problemas en muchos de sus edificios públicos que deben ser reparados a la mayor brevedad posible y con una categoría de “urgente”.
Que una ciudad disponga de demasiados edificios antiguos tiene más de desventaja que de punto a favor. Aunque se le dota a la ciudad en cuestión de un sabor especial, lo cierto es que el peligro que entraña que los edificios cuenten con demasiados años a sus espaldas es toda una realidad. De ahí que sea imprescindible la realización de obras de rehabilitación. Aun así, ciudades como Madrid han posibilitado que, según informa el diario El Confidencial, se ahuyente la compra de edificios céntricos y viejos en su centro.
No obstante, una ciudad como la capital de España está haciendo todo lo posible para que la rehabilitación de una buena parte de sus edificios antiguos sea permitida. El diario El País informaba, durante el verano de 2012, que Madrid estaba relajando la protección de edificios antiguos para hacer posible esa rehabilitación de la que venimos hablando. Son muchos los trabajos que se están haciendo no solo en Madrid, sino en otros lugares del país, para adecentar unos edificios que, pese a su historia, suponen un grave peligro para todos los que viven a su alrededor y en su interior.
Muchos de los edificios españoles que necesitan rehabilitación presentan graves problemas en lo que se refiere a su tejado, una de las estructuras que sin duda juega un papel fundamental en lo relativo a la seguridad y a la protección del edificio. Por fortuna, muchos de los ayuntamientos españoles parecen estar mostrando un creciente interés, según nos indican desde Cubiertas Estévez, por reparar los daños que presentan esta clase de edificios históricos y que cuentan con un peso sentimental muy importante en las ciudades.
Una labor que es imprescindible
Esta clase de edificios de los que venimos hablando no se pueden dejar de lado ni olvidarse. Se trata del corazón de nuestros pueblos y de nuestras ciudades, algo que supone un valor total y absoluto en lo relativo al patrimonio histórico de nuestros núcleos poblacionales y que merece un respeto muy grande por parte de todos. En esa labor están buena parte de los consistorios del país y es por ello por lo que tenemos mucho de lo que congratularnos.
Los años no pasan en balde ni para las personas ni tampoco para los edificios, por muy inertes que estos últimos parezcan. Las inclemencias de la atmósfera, unidas a la obsolescencia provocada por el simple paso de los años suponen una pérdida de facultades en los materiales con los que se forjan nuestras viviendas y nuestros edificios. Teniendo en cuenta que algunos de ellos tienen varias décadas de vida e incluso varios de ellos algunos siglos, parece obvio que es necesario destinar parte de los recursos públicos a restaurarlos.
Nuestras ciudades agradecerán un rejuvenecimiento. Un rejuvenecimiento que, por otra parte, no implica la pérdida de la esencia de todo lo que es antiguo y que le otorga tanto valor a nuestras ciudades y pueblos. Estamos en un momento en el que no rehabilitar puede suponer un peligro para la ciudadanía. Y no podemos permitir que se diga que un monumento o edificio histórico de nuestro entorno sea peligroso.