El último temporal en levante, conocido como la temida gota fría, ha dejado destrozos innumerables y queda menos de un mes para Semana Santa por lo que, si quieren colgar un cartel de “lleno” en los hoteles, tendrán que darse prisa en arreglar todos los estropicios. Pero seamos sinceros, eso nos afecta hasta cierto punto, nadie desea el mal a nadie sin motivo alguno (al menos generalmente), y esto probablemente traerá más de un problema a los hosteleros, pero quienes nos dan verdadera pena son los habitantes que han sufrido destrozos en sus viviendas.
En la localidad de San Juan, a 10 minutos de alicante, la gota fría anegó varias urbanizaciones en primera línea de playa, de las que se han recogido veinte millones de litros de agua. Pero ahí no queda la casa, cientos de plantas bajas por toda la ciudad, así como sótanos de viviendas, se han visto dañadas por el agua, lo que ha acarreado a sus dueños miles de euros en pérdidas. Esta empresa de venta de bombas domésticas puso a todo su equipo de trabajo en marcha para intentar hacer llegar hasta los damnificados que las quisieran adquirir, numerosas bombas domésticas que les ayudasen a achicar el agua y el lodo que había en sus hogares. Pero, una vez con el agua fuera, es cuando se ven los destrozos aún más: toda la pintura de las paredes desconchada, sofás, mesas, sillas y otros muebles hinchados por el agua que habían chupado y que, en poco tiempo, acabaría pudriendo la madera, electrodomésticos inservibles y familias que se llevan las manos a la cabeza sin saber qué hacer.
“Prefiero no pensar”, nos dijo Antonio García, propietario de una planta baja en la localidad alicantina de Mutxamell “sacaré todo fuera, tiraré lo que haya que tirar y compraré pintura de pared en Multipinturas, me lo tomaré como una reforma. No quiero pensar en lo que hemos perdido.
Y es que esta última gota fría fue la más fuerte de los últimos 20 años dejando 150 litros en un solo día en Alicante. Pero fue la de 1997 la que más litros dejó la friolera de 271 litros. Ha llovido ininterrumpidamente desde la media noche del domingo y salvo leves periodos de descanso no cesó de llover hasta bien pasadas las diez de la noche. Veintidós horas seguidas de precipitación que han hecho de este invierno el más lluvioso desde 1989 en Alicante, una cifra para la que basta solo lo recogido en este 13 de marco y que pasará ya a la historia pluviométrica de la ciudad.
El agua anegó también varias aulas de la Facultad de Medicina de San Juan, donde hubo inundaciones en varios supermercados y en bajos. Ferrocarriles de la Generalitat cortó por seguridad las líneas del tranvía y también reaparecieron las goteras en el Hospital General. En el paseo de Canalejas la lluvia derribó dos ficus centenarios y los vecinos de la calle Panamá, en San Blas, denunciaron que las obras de saneamiento no impidieron que se volvieran a anegar las calles.
Un sinfín de destrozos entre los que, por suerte, no hubo víctimas.