Parece mentira que haya pasado ya, prácticamente, una década del comienzo de la recesión económica que ha amenazado el bienestar de muchos españoles. Ahora bien, si algo hemos aprendido es a no tomarnos las “verdades” de los medios de comunicación al pie de la letra. Y sí, se augura que nos encontramos en un momento de recuperación, ahora bien, nunca está de más ser precavidos y tratar de contrastar muy bien toda nuestra información.
Lo primero que hice al conocer estos indicativos tan esperanzadores en la prensa fue buscar información en otras fuentes.
El Banco de España, por ejemplo, analiza en uno de sus últimos boletines cuáles son las principales fuentes de las actuales tasas de crecimiento “una mejora en la renta disponible real y de los beneficios empresariales asociada a la caída de los precios del petróleo, la paulatina traslación a las condiciones de financiación de las medidas de política monetaria; la degradación del tipo de cambio del euro que podría compensar la pérdida de ritmo de las economías emergentes; y el tono neutral que ha adquirido la política fiscal, tras varios años de consolidación presupuestaria”.
Es decir, algo así como decir que crecemos por factores externos y porque el gobierno ha relajado las trabas al crecimiento.
Básicamente, debemos de tener cuidado con las trampas de años anteriores ya que, sí crecemos, pero nos parecemos dirigir a una economía con un modelo de trabajo precario, más trabajos, pero con jornadas parciales y bajos salarios con lo que aumentan las desigualdades y una especialización en actividades de bajo valor añadido.
¿Imitar a Dinamarca?
No me entendáis mal, los países Escandinavos se han convertido en un modelo a seguir, para mí son toda una referencia y los sigo muy de cerca en su forma de implantar políticas sociales, ya sea de Educación o Sanidad.
Su Estado de Bienestar es referente en Europa, ahora bien, cuando nuestros políticos nos hablan de parecernos a Dinamarca caen en una sutil trampa, principalmente facilitada por nuestra ignorancia respecto al modelo de los países nórdicos.
No cabe duda de que existe un atractivo indudable sobre estos países, ya que su nivel de vida, comparado con el de España parece mucho más elevado.
Si bien, no se trata dolo de gozar de este llamado “Estado de Bienestar” Efectivamente, los países nórdicos destinan parte de sus impuestos a lo social.
Lo que no se nos dicen nuestros políticos, es que para recaudar tantos impuestos como los nórdicos habría que disparar la tributación indirecta, especialmente sobre el consumo (IVA), lo cual no goza de mucha popularidad entre los votantes.
Ya lo afirmaba el primer ministro de Dinamarca Lars Lokke Rasmussen al decir que el éxito de su país se basa en “un modelo de economía de mercado, con bastante libertad para poder perseguir tus sueños y vivir tu vida como desees”. Algo que en España es una utopía por completo, nuestra libertad de maniobra y libertad empresarial es nula. Empecemos por ahí.
Aspectos como que en Dinamarca no existe un salario mínimo impuesto por la ley, indemnización de despido que es muy inferior a la de España, existe también un mercado eléctrico libre y privado, además de fomentarse la educación privada a través de créditos a los estudiantes, o existe la posibilidad de rescindir contrato de funcionarios a bajo rendimiento.
¿Me pregunto qué pensarían muchos votantes ante estas medidas? ¿Estarían muchos dispuestos a acceder a aquello necesario para acercarnos a un modelo económico como el de los países escandinavos?
Y es que el éxito de estos países no radica en su Estado del Bienestar, como nos quieren vender nuestros políticos, sino su estructura económica que es un auténtico motor para la generación de riqueza, gracias a su intensa defensa de la libertad económica y de la propiedad privada.
Puede que, partiendo de la realidad de su sistema seamos más conscientes de por qué estamos tan lejos de aplicar un modelo como el suyo.
Independientemente de la realidad o no de haber superado la crisis, hay detalles que demuestran que vamos un poco mejor, como que por fin he podido ir al dentista, y eso que llevaba años pendiente de llamar para pedir cita en Dental Morante pero no ha sido hasta ahora que me lo he podido permitir. Así que puede que no sea para tirar cohetes, pero un poquito mejor sí que está la cosa.