El desarrollo de líderes ha de ser uno de los objetivos del profesorado español

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La mejor opción para mejorar en algún punto de nuestra vida es siempre tener una crítica constructiva hacia todo lo que hacemos. Y, en una economía, la verdad es que el camino para obtener una mejora es el mismo. La economía en este país tiene muchos puntos fuertes. Podríamos hablar de la enorme fiabilidad de nuestro turismo, por ejemplo, para ilustrarlo. Pero también está bien que sepamos que tenemos margen de mejora en otros asuntos para tratar de mejorar en lo que tiene que ver con ellos. Y creemos que hay alguna que otra cuestión en la que especialmente los emprendedores y responsables de las empresas pueden ser mejores.

El principal problema de este grupo de población es que, al menos en lo que tiene que ver con la gestión de su entidad y su plantilla, demuestran ser jefes, pero no líderes. Y las dos cosas no tienen nada que ver. Se trata de un error bastante común y que, por supuesto, no solo se da en las empresas de este país. Pero sí que sería interesante que tuviéramos la posibilidad de identificar este problema en las empresas para tratar de ponerle solución cuanto antes mejor.

Lo que hemos apuntado lo refuerza una noticia que fue publicada en el portal web de Infojobs, que asegura que ser el jefe no nos convierte en un líder ni mucho menos. Y es que son muchas las cosas que diferencian a una persona de otra. Y, claro está, las dos figuras son necesarias no solo en el seno de una entidad en concreto, sino también en lo que respecta a la sociedad en general. Hay mucha gente que lidera movimientos sociales que no tiene ningún poder de mandato sobre todas aquellas personas que puedan estar de acuerdo con ella.

La página web Psicología y mente hace una comparación de las 10 diferencias que existen entre un jefe y un líder, que son las que siguen:

  • El jefe considera que manda en su ámbito de actuación, mientras que el líder cree que puede ser útil en ese ámbito.
  • El jefe impone, el líder convence.
  • Uno genera miedo por regla general; el otro, confianza.
  • El jefe señala a quien comete el error, mientras que el líder lo entiende.
  • Uno distribuye las tareas y el otro estimula.
  • Uno da órdenes y el otro tira de la pedagogía.
  • Es evidente que el líder es mucho más cercano que el jefe.
  • Uno utiliza esquemas cerrados y el otro, el líder, es más creativo en este sentido.
  • Uno se limita a cumplir, pero el otro trata de inspirar compromiso y cordialidad.
  • El jefe defiende su autoridad y, por otra parte, el líder hace que la gente normal se sienta extraordinaria.

En España hay demasiados jefes y no tantos líderes. Y, como todo en esta vida, para convertirse en alguien que pertenece al grupo de los segundos se necesita formación. El personal docente del que se dispone en nuestro país es vital para la creación y el desarrollo de líderes, personas que son tan importantes en todos los ámbitos y capas de nuestra sociedad y que no sobran precisamente en el mercado laboral español. Desde el Instituto Europeo de Formación y Liderazgo consideran que comprender de qué manera se puede llegar a potenciar el liderazgo de una persona es una de las claves para tener éxito en las próximas oposiciones a profesorado infantil y de primaria.

Una necesidad imperiosa para una sociedad como la nuestra

Que haya líderes es una manera de hacer de las entidades para las que trabajan algo más productivo. El número de líderes que una empresa o que una economía posee repercute de una manera directamente proporcional en la productividad de esa empresa o economía y eso es lo que hace de países como Alemania o Dinamarca los primeros clasificados en cuanto a productividad en toda la Unión Europea. Ponernos a su nivel no va a ser en absoluto sencillo, pero esa batalla comienza en las aulas, con los maestros como principales instigadores del desarrollo del liderazgo entre los más pequeños.

Está claro que esta es una de las razones que ayuda a alcanzar ese progreso que tanto demandamos en una sociedad. Los líderes son personas necesarias en cualquier ámbito de la vida, incluso en el más personal e íntimo. Cuando jugamos al fútbol con amigos, siempre hay un líder en nuestro equipo. Cuando tomamos algo en la terraza de un bar, siempre hay alguien cuya opinión termina siendo compartida por la mayoría de las personas que nos encontramos allí. Y eso no implica que mande sobre ninguna de ellas. Un líder no es un jefe ni mucho menos. Es algo que debe quedar meridianamente claro. Pero, eso sí, ambas figuras son necesarias y compatibles.

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