Las bodas han ido cambiando mucho a lo largo de los años. La realidad es que, de hecho, las bodas actuales no tienen nada que ver con las que se hacían hace siglos, y no lo digo por el tema religioso, ya que al final eso es un rito que cada religión hace a su forma, sino también por quienes celebran el evento sin pasar por la iglesia (por cualquier iglesia). Tampoco es que pretenda comparar las bodas del S.XXI con las del S.VI, aunque a veces veo más similitudes entre este tipo de bodas de lo que os imagináis, pero la realidad es que hoy en día la gente joven busca otra cosa.
Atrás quedaron los vestidos de princesa y cancanes enormes, ya no buscamos parecernos a la emperatriz Isabel de Baviera, conocida como Sisí, ahora se busca un estilo mucho más casual, menos encorsetado y, sobre todo, más rústico.
A pesar de que hay tendencias para todos los gustos y colores, la realidad es que los millennials están adoptando, de forma generalizada, ciertas modas campestres románticas que más recuerdan al pastoreo literario del S.XIX que a cualquier otra cosa.
Bodas millenials
Ellas, con vestidos sencillos, a veces blancos, a veces crema, a veces de colores ¿por qué no?, de estilo vintage, ibicencos e incluso florales y ellos con trajes de lino, pantalones chinos o vaqueros cómodos y camisas de manga corta con pajarita. Ya no quieren gastarse miles de euros en un atuendo que no volverán a lucir, ya no quieren ser príncipes y princesas, ahora lo que prima es la sencillez y la decoración campestre.
La empresa especializada Mi Boda con Rossini, catering para bodas campestres, cada vez recibe más llamadas de parejas que quieren celebrar su boda al estilo rústico. Debido a ello, su gerente nos ha asegurado que han tenido que ampliar tanto su plantilla, como su radio de acción, pasando a ofrecer servicios de Ávila a toda la provincia de Madrid y alrededores.
Los millennials, además, se casan menos, o eso es lo que dicen las estadísticas, aunque las revistas de moda y los blogueros influencers hablan de un número de bodas similar pero muy diferentes a las que estábamos acostumbrados.
Las redes sociales, el respeto a la ecología e incluso los destinos poco usuales para la luna de miel son algunos de los aspectos que están cambiando totalmente la celebración de las bodas millennials.
Las localizaciones: puede que firmen los documentos en el juzgado, en la iglesia o en el ayuntamiento de la localidad, pero la celebración no tiene nada que ver con una sala de fiestas, un restaurante con área para banquetes o con jardines de hoteles románticos en pleno verano. Los millennials buscan fincas rústicas, campos, playas e incluso cualquier rincón que pueda ser especial para la pareja.
Viva el DIY “do it yourself”: que las Wedding Planner siguen estando al pie del cañón es obvio. De hecho, no creo que mueran nunca. Pero ahora mismo lo que está viendo es una tendencia al “hazlo tú mismo” que aplasta. Una fotografía personalizada, una botellita de vino con una etiqueta escrita a mano, un sobre encartado a mano con una donación a una ONG… Las parejas millenials prefieren dar detalles DIY (hazlo tú mismo, en sus siglas en inglés) como recuerdo. También organizan el evento ellos mismos, e incluso a veces se encargan de la decoración.
Adiós a la etiqueta: La etiqueta es que no hay etiqueta. Esto, aplicado al novio, significa que sus posibilidades de salirse de la norma se multiplican. Tirantes, pajarita, sombrero y una gama de colores inimaginable se pone al alcance de todos, que no tienen miedo a saltarse el guion.
Los amigos por encima de todo: los amigos cobran un especial protagonismo en sus vidas. Son parte fundamental de la celebración. Tanto es así que cada vez son más los que ejercen de maestros de ceremonias o ayudando en los preparativos de la boda. Porque en este generación todos tienen un amigo artista-manitas-poeta-cantante-cocinero.
La música -de los nuevos clásicos- siempre en directo. La música para los Millennial es una suerte de religión. Están al día de toda banda nueva que surge, se definen según sus gustos musicales y ninguna canción será escogida en vano. Por eso no faltará la música en directo de la última banda descubierta. Incluso, existe la posibilidad de que la misma novia sea la solista del grupo y sorprenda a los invitados sobre el escenario.