La preocupación de las mujeres sobre su peso y su alimentación es producto del trato que siempre se le ha dado al cuerpo femenino; y es que a lo largo de la historia occidental, comenzando desde la mitología griega hasta llegar a nuestros tiempos, y pasando por el arte renacentista, las mujeres han sido vistas como objetos. Por la misma razón, las mujeres suelen enfrentarse diariamente a inseguridades y prejuicios. Suelen definir su propia apariencia en base al prototipo de mujer perfecta que aparece en medios publicitarios como la televisión y las revistas. Por supuesto, el mensaje que reciben es que no están a la altura de los estándares de belleza y que tienen que cambiar para ajustarse a estos cánones. Esto también sucede porque vivimos en una sociedad de consumo en el que el cuerpo de la mujer se utiliza para potenciar las ventas, mientras que el cuerpo de la mujer termina convirtiéndose, en muchos casos, en un producto.
En este caso, la paradoja radica en que el número de mujeres que ocupan posiciones de mayor relevancia se equipara con el número de mujeres que presentan desórdenes alimenticios, cifras que a su vez siguen en crecimiento. Para las mujeres, sentirse gorda es un sinónimo de impotencia, por lo que aunque una mujer se encuentre en la cúspide de su vida laboral, igual podría sentirse un fracaso.
Las mujeres tienen cada vez más dinero, influencia, oportunidades y reconocimiento legal pero, no han dado un solo paso en pro de liberarse de los juicios de belleza impuestos por la sociedad. «Estamos iniciando una cruzada en contra del feminismo que usa imágenes de belleza femenina como arma política en contra del progreso de la mujeres», apunta Naomi Wolf en su libro El Mito de la Belleza. «La ideología de la belleza es el último esqueje que todavía sobrevive de las ya desfasadas ideologías femeninas que aún tienen el poder de controlar a esas mujeres que evitaron que la segunda ola de feminismo triunfara. El valor se asigna a la mujer jerárquica y verticalmente en relación a un estándar físico impuesto». Las industrias más poderosas; como por ejemplo, la de las dietas que genera 33.000 millones de dólares al año, la cosmética que genera unos 20.000 millones y la de la cirugía estética, con unos 300 millones; han basado su éxito en el aprovechamiento de los complejos y sentimientos de inferioridad de las mujeres, y de su influencia en la cultura popular. Dichas empresas explotan estos sentimientos negativos en la percepción del cuerpo de la mujer para obtener ganancias propias.
A pesar del hecho de que el 90% de las mujeres y chicas harán o han hecho dieta en algún momento de sus vidas, a ninguna parece funcionar. «Los medios de comunicación, la industria de la moda y la de la cosmética han creado un problema «artificial» que genera la necesidad de «estar delgada» en las mujeres de los países más desarrollados» dice Mary Evans Young, psicoterapeuta y fundadora de la campaña anti dieta Diet Breakers. Esta iniciativa surgió hace un poco más de un año, después de leer el caso de una chica de 15 años que se suicidó por no poder entrar en una talla 42. Así, durante su investigación, se dio cuenta que incluso las ejecutivas con más poder estaban más preocupadas por su figura que por su éxito profesional.
Los expertos en psicología holística de Psycholistic explican que en los últimos años, la idea de lo que se considera el cuerpo femenino «deseado» está en continuo cambio. Al igual que la moda cambia temporadas tras temporada, la percepción de la belleza va directamente ligada a ello. Desde los sesenta, la mujer ideal (dictada por los medios de comunicación) es cada vez más y más delgada. De hecho, desde siempre, la mayoría de las mujeres se han quejado de no tener el cuerpo perfecto pero, en la actualidad hemos llegado a que la totalidad de la población femenina esté del todo contenta con su apariencia, incluso aunque luzcan como super modelos.
Tendencias en moda y belleza que afectan negativamente tu autoestima
- Prendas que imponen un exceso de delgadez
Se están diseñando prendas de baño para resaltar el bikini bridge, que consiste en que tienes que estar tan delgada que la liga de la parte inferior del bikini quede en tensión entre las caderas.
La realidad detrás de este “challenege” es que cualquier prenda que te obligue a tener solo el 20% de grasa que necesitas para ovular, es un riesgo para tu salud y estabilidad.
- Los escotes para pechos lúnaticos o antigravedad
A su vez, existe otra tendencia de mujeres que se ponen una pluma debajo de sus pechos y, si éstos la sujetan, creen que están caídos. Además que los diseñadores diseñan escotes hasta el ombligo, pensados para pechos flotantes y para mínimo una copa C.
Por supuesto, esto afecta la autoestima de las mujeres y hace que se sientan inseguras con su cuerpo.
- Pieles demasiado tersas
Al parecer las arrugas y los granos han pasado de moda. Hoy en día, todas las pieles que vemos en los medios son prácticamente lisas, sin un grano a la vista y las que pasan de los 35, sin rastro de arrugas.
Aunque todos sabemos que es Photoshop, ya que es imposible tener un cutis así de forma natural, igual anhelamos ese imposible.
- Fajas para ocultar que estás embarazada
Otra de las tendencias del momento que pueden dañar tu autoestima, tu salud y la de tu bebé son estas nuevas fajas que minimizan la apariencia de tu embarazo.
Aquí el objetivo no sólo es de carácter visual, sino que son el comienzo de otros hábitos como una actividad física fuerte, dieta baja en grasa e incluso seguir llevando tacones hasta el final del embarazo.
Todo esto puede ser contraproducente, sin olvidar que se ha dejado de lado la apreciación de la belleza del embarazo.
- Ab Crack
Por si fuera poco, ya no es suficiente con estar delgadas hasta los huesos, sino que ahora también nos piden resaltarlos. La tendencia es marcar los músculos y que se defina claramente el Ab Crack, que es una línea que queda destacada en la parte central del abdomen.
La obsesión por marcar el músculo puede llegar a tal grado que sufras vigorexia, además de una hipermusculación y un consumo excesivo de proteínas y suplementos vitamínicos que dañan al hígado.
Así, todas estas tendencias de moda y belleza establecen cánones de belleza imposibles y afectan directamente nuestra forma de vernos a nosotras mismas y nuestro amor propio.
El otro lado de la moda: ropa para sentirse bien
En el 2014, la psicóloga de la Universidad de Hertfordshire (Gran Bretaña) Karen Pine sintetizó y conectó en Mind what your wear: the psychology of fashion («Cuidado con lo que te pones: la psicología de la moda») distintos estudios que se habían llevado a cabo hasta la fecha, estudiando la relación entre la moda y nuestro estado de ánimo, confirmando que la ropa que nos ponemos suele reflejar como nos sentimos. Pine reveló que el 73% de las 400 personas que había encuestado se vestían para sentir más confianza en sí mismas y no para impresionar ni para influir en la opinión de los demás. Y es que la moda, aunque es un elemento externo, guarda conexión directa con nuestro yo interno.
«Lo que nos ponemos tiene consecuencias cognitivas, sociales y emocionales –explica Pine–. Las mujeres tienden a llevar vaqueros cuando están bajas de ánimo o deprimidas. Recientemente descubrí que cuando sufren estrés, su mundo se reduce tanto que terminan poniéndose muy pocas prendas: el 90% de su armario desaparece. Eso permite especular acerca de si sería posible influir en las emociones poniéndonos ropa diferente.¿Podríamos inducir un ánimo más optimista llevando ropa que nos haga felices? La ciencia dice que sí. Somos lo que vestimos, pero también podemos llegar a ser lo que nos ponemos». En su libro, Pine también predice que la ropa va a llegar a tener efectos en nuestro estado de ánimo parecidos a los de un abrazo.
Trabajar en tu estilo puede ayudarte a definirte, saber quién eres en este momento y expresarlo a través de tu atuendo. Cuando te ves bien esto influye directo en tu autoestima; es imposible verse mal e igual sentirse bien, o por el contrario, lucir hermosa pero sentirte mal. Y es que cuando te gustas a ti misma y te gusta como luces, te llenas de energía, de optimismo, de fuerza y de confianza. Incluso se te despierta la musa de hacer cosas nuevas o planes.
Por eso, tu regla de oro debería ser que por mucho que te guste una prenda de moda, si esta te hace sentir que te falta algo, mejor sácala de tu clóset. La moda está hecha para resaltar la belleza en ti, no para hacerte sentir acomplejada.
Recuerda que cuando te ves bien, te sientes bien y por lo tanto, estás dispuesta a dar lo mejor de ti y a enfrentar las dificultades con mejor actitud. Lucir bien funciona como un motor que impulsa tu vida.